Monday, December 05, 2005

CADE 2006: Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir...

Escribe: Garabombo

Sólo la complicidad con el neoliberalismo, la fortuna personal o el desvarío, pudieran justificar la apoteósica ovación que recibió el presidente del Perú en la CADE 2005, cuando este, es rechazado por el 99 % de la población. Pero, ocurrió que los empresarios festejaron el segundo piso económico de Fujimori, construido por Toledo.

Cuando el equipo argentino Newell´s Old Boys de Rosario campeonó el año 1992 en la liga de su país, el grito que exclamaba la barra de los rojinegros, motivando al resto de hinchas, era: Aplaudan aplaudan, no dejen de aplaudir … completándola con nombres de jugadores o del técnico. Porque, esos eran momentos de euforia, el equipo leproso tenía un equipazo y había dado cátedra de fútbol. Entonces, el cántico de los fanáticos era justificado y el homenaje al plantel, merecido.

En cambio, sería inimaginable, que, esos hinchas de Newell´s le dedicaran los mismos cánticos y aplausos, si estos hubiesen bajado a la segunda división profesional. Lo más seguro es que al plantel lo hubieran llenado de insultos –dirigentes incluidos— y por ahí, no se extrañaría el lanzamiento de piedras, por parte de algún ultra barrabrava.

Esta racionalidad de los hinchas del fútbol –en este caso de Newell´s— no la tienen o no la quieren tener, los que manejan los centros de poder económico en el Perú. En la CADE 2005, Conferencia Anual de Ejecutivos, --mejor sería denominarla de Entrometidos, en la vida de los peruanos— sucedió lo insospechado. El despreciado presidente Alejandro Toledo recibió un diluvio de aplausos por parte de los asistentes –en su mayoría empresarios y hueleguisos incluidos— al ingresar al auditorio y al culminar su discurso, donde no olvidó recordar al "bendito" crecimiento económico.

Hacer un ejercicio para entender del porque ocurrió este "desvarío" del empresariado en el CADE 2005, no tiene que ver con el país, sino con intereses personales, con cuentas en azul o mejor dicho con un Estado eficiente y un empresariado que tenga "las reglas de juego bien claras", es decir, un Estado invisible-cómplice y una clase empresarial que a su libre albedrío tome en peso al Perú. Para mejor entendimiento, ha sido un homenaje a Toledo por cumplir su palabra, porque él, prometió en las elecciones del 2000 –cuando aún no luchaba contra la dictadura— que construiría el segundo piso de la casa fujimorista, que aún tenía uno. La promesa era continuar con el neoliberalismo y la cumplió, en complicidad con la oposición congresal.

Los empresarios y Toledo deben estar satisfechos, aunque, no completamente, pues, pretendían privatizar todo lo que quedaba del Estado, pero no pudieron, porque en Arequipales hicieron el pare y por eso, ya no intentaron hacerlo con SEDAPAL. Tampoco se esperaron el visceral repudio (justificado) de los campesinos hacia las empresas mineras, las que –según ellos— trajeron progreso a las comunidades. Pero, de todas maneras, deben estar celebrando los quince años de neoliberalismo, impuesto a la mala.

Alejandro Toledo y sus secuaces de la CONFIEP, CAPECO y demás, son conscientes de que si se exhibieran en una plaza pública, el pueblo no les cantaría un tema alegórico como lo hicieron los hinchas de Newell´s a su equipo en 1992, sino que los agarrarían a pedradas como ese ultra barrabrava, que protesta porque su equipo bajó a la segunda división. Así que empresarios –a Toledo— Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir… que ya se va.

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