Wednesday, November 30, 2005

Carlos Alvarez = El ventrílocuo del poder

Desde los inicios de su carrera humorística, Carlos Alvarez ha sido el servil empleado de los regímenes de Alan García y del –hoy prófugo— Alberto Fujimori, luego pasó a la “oposición” en el periodo de Toledo, para ser la principal arma con la que, el sionista Baruch Ivcher presiona al actual gobierno para cobrar una indeminización de casi diez millones de dólares. Alvarez, es el inimitable cómico que siempre esta presto a ser el ventrílocuo del poder –sea este económico o político— de turno.

Escribe: Garabombo
Su personaje más célebre hasta hace unos años era el de Popy, nombre de un payaso venezolano, que con su circo llegó a Lima a mediados de los ochenta, para realizar unas temporadas en fiestas patrias. Y, su singular forma de llevar el cabello era el retrato de –él, en ese entonces— barbudo congresista Fernando Olivera y furibundo enemigo de Alan García Perez.

El origen del odio de Olivera hacia García Pérez, no surge de una cuestión deontológica o de lucha por la justicia, la ex esposa de Fernando Olivera pertenecía a una familia de banqueros peruanos, y el gobierno aprista, había intentado estatizar la banca en su segundo año de gobierno. Entonces, Olivera, el egresado de la Universidad del Pacífico, respondía a intereses financieros, que él, astutamente los convertiría en políticos. Así nace esta tirante relación política que se ve reflejada en las imitaciones de Carlos Alvarez y en su carrera con y por el poder del humor.

Luego de la caída del régimen fujimorista, El Estado peruano ha llevado a juicio a Carlos Alvarez, acusándolo de haber recibido dinero de Montesinos por sus eficientes servicios prestados, “imitando” en forma denigrante a los políticos que intentaban enfrentarse al japonés Fujimori, durante la campaña presidencial del año 2000. Derrumbada la dictadura, Alvarez se había ganado la antipatía de la población –lo admite el mismo— [1] luego de ser un asalariado del canal del Estado y calentador en los mítines del tirano Fujimori.

En las entrevistas post Fujimori, Alvarez aceptaba haberse excedido en sus imitaciones pro fujimoristas, confesó que en toda su carrera ningún político le dio órdenes, pero… sí sugerencias y puso como ejemplo la vez que Hector Delgado Parker, --dueño de Panamericana Televisión durante el periodo de García— le sugirió que construya y desarrolle el personaje de Popy, pues su amigo Alan, se lo había recomendado y , él, como buen Delgado Parker no podía quedar mal con el gobierno de turno. Y, Alvarez como buen obrero del humor, tampoco podía desobedecer al broadcaster.

Y, los últimos años de la década del ochenta fueron así, el personaje de Popy crecía en popularidad y al mismo tiempo, en ridiculez. Aunque, para los políticos todo vale para ser conocido. El mismo Alvarez declararía, que alguna vez el congresista Olivera a su llegada a Lima desde Miami, le trajo unos juguetes para que los usara en la imitación de Popy.

Las denuncias de Olivera a Alan García aumentaban cada día, también su interesado odio al Apra e incluso, se agarró a golpes en el Congreso con el búfalo León Alegría. El gobierno aprista se caía a pedazos, por su brutalidad para exterminar subversivos [2] y por su calamitoso manejo económico, el culpable mayor, para que los neoliberales de hoy –incluído apristas— digan que el Estado es sinónimo de ineficacia. Así, la lucha entre el esbirro de los banqueros (Olivera) y el sucesor de Haya de la Torre, era la comidilla del payaso Popy.

Llegaron los noventas y Carlos Alvarez ya era empleado del sionista Baruch Ivcher. En su programa de Las Mil y Una… en Frecuencia Latina, el único candidato que se había presentado a su show había sido Alberto Fujimori. Así nacería esta convenida relación que llegaría a su cúspide y rompimiento –aunque no parece— diez años después. La mayor parte de la década de los noventa Alvarez trabajó para Ivcher, y como siempre yendo con la corriente, cuando Ivcher era fujimorista Alvarez también y cuando ya no lo era, su humor generoso se volvió un poco áspero. Pero ahí nomás. A Carlos Alvarez le llegaría la oportunidad de estar cerca a su jefe Fujimori y trabajar para él. A fines de la década del noventa, lo contrata Televisión Nacional del Perú y, la consigna era bajarse a todo aquel político que intente o participe en las elecciones presidenciales del año 2000.

Cualquier televidente que no este ni haya estado relacionado con el fujimorismo, debe recordar al ex alcalde de Lima, Alberto Andrade –imitado por Alvarez— con la barriga explotando de tanto comer y su cuerpo siendo arrastrado por el aire, cual globo que se desinfla. El fanatismo con que Alvarez atacaba a sus víctimas –candidatos a la presidencia— no se le observó nunca, ni en los alborales años del personaje Popy, que por cierto, ya no tenía tanta popularidad ni acogida del público como antes. Pues las épocas eran diferentes, antes Popy era parte de las artimañas entre García Perez y Delgado Parker, ahora, se trataba de perpetuar a la mafia fujimorista y a los defensores del gran capital, para seguir saqueando al Estado peruano.

Para esto, Carlos Alvarez no estaba sólo. El conocido cómico Tulio Loza, también servía a la cleptocracia montesinista con otro programa humorístico, bajo las mismas órdenes.

El delirio del poder y la cosquilla por recibir miles de dólares cegó al cómico Carlos Alvarez, quien alguna vez pensó estudiar Derecho en la universidad, tal vez hubiera terminado siendo un juez o vocal fujimorista, visitante también de la Base Naval del Callao, donde van los procesados relacionados a Valdimiro Montesinos. Alvarez ha negado todas las acusaciones en su contra y hasta ha recibido el apoyo de Montesinos. Cuando la colaboradora eficaz Matilde Pinchi Pinchi –ex empleada y amante de Vladimiro— declaró a los magistrados que llevan el caso, que el ex jefe del SIN le confesó que le había dado dinero a Carlos Alvarez y Tulio Loza. Montesinos rechazó esta declaración y aseguro que estos eran una especie de seudonimos usados por agentes de inteligencia para realizar sus operativos.

Las citaciones a la Base Naval y el desprestigio mediático azotaban a Carlos Alvarez, hasta que la periodista Cecilia Valenzuela, --ex acérrima anti fujimorista— le dio un espacio en su programa político dominical. Y, no pasó mucho tiempo para que Baruch Ivcher, lo contrate y le ordene –lo que muy bien sabe Alvarez— atacar a Alejandro Toledo, pues si antes Andrade era el caserito de Alvarez en el canal del Estado, hoy el programa de Alvarez, parece dedicado en exclusiva al enclenque presidente Toledo, su singular familia y su entorno político..

Todos sabemos que a Alvarez le importa poco o nada como se gobierna el Perú, como sabemos que al sionista Ivcher sólo le importan sus casi diez millones de dólares que le exige al Estado por haber sido afectado por el fujimorismo del segundo periodo, porque en el primero, sus negocios con el Estado fueron un golazo.

Si el personaje de Popy lo hizo conocido como humorista a Carlos Alvarez, y el de Andrade lo congració con el ladrón Fujimori. El de Toledo, lo volvió a la palestra televisiva y al mismo tiempo, ha vuelto a cumplir su rol de siempre, el de ventrílocuo del poder, antes con el poder político y hoy con el económico del ex fujimorista Ivcher. Como Alvarez lo supo y lo sabe hacer muy bien.

1.- Entrevista a Carlos Alvarez. Revista Cero. Número 1 - 2005. Lima - Perú.
2.- El 18 de junio de 1986, el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas del Perú, Alan García Perez con la aprobación de su Consejo de Estado: Alan Wagner, Luis Gonzales Posada, Agustín Mantilla, Abel Salinas y las obedientes fuerzas represivas como la Marina de Guerra, ordenó perpetrar una masacre en los penales de El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara, luego de que los presos se habían rendido. Como lo confirman testigos presenciales (agentes del orden y sobrevivientes) a reportajes televisivos y expedientes de derechos humanos.

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