Tuesday, June 27, 2006

El genocido de EL Frontón 1986-2006: Ni olvido ni perdón

"A los asesinos terroristas no los va a amilanar la pena máxima. A la gente irrecuperable tiene que eliminársele de la sociedad... Sepan los subversivos que han herido profundamente a la institución y al país entero y sepan también que han despertado al león..."
Julio Pacheco Concha (mayo 1986) / Almirante de la Marina de Guerra del Perú


Escribe: Garabombo

Lunes 19 de junio del 2006. En la ciudad de Lima, la vida transcurre como siempre, opaca y como si nunca ocurriera nada. En cualquier quiosco donde se expenden periódicos, las noticias del mundial de fútbol Alemania 2006 son las que dominan la mayoría de portadas de los diarios, como que Francia ni con Zidane pudo derrotar a Corea del Sur y así, clasificar anticipadamente a los octavos de final. Pero, los no incautos también podemos indignarnos -luego de sobarnos innumerables veces los ojos- y observar, que los diarios se refieren como el presidente electo del Perú a uno de los genocidas (y ladrones) mayores de la historia latinoamericana y por que no, mundial, Alan García Pérez y en algunas notas periodísticas complementarias también resuena el nombre del recién electo primer vicepresidente, Luis Giampietri, su cómplice en el genocidio de más de trescientos presos políticos del Partido Comunista del Perú, cuando estos se amotinaron en los penales de El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara entre el 18 y 19 de junio de 1986. Sólo faltaba que como segundo vicepresidente estuviese Juan Carlos Vega Llona, --el otro marino que dirigió la barbarie- quien debe estar pagando sus culpas en el infierno.

Pero ¿Debería sorprendernos que estos indeseables hayan llegado al poder mediante nuestras democráticas elecciones? ¿No es la misma democracia representativa la que mantiene sin castigo a las fuerzas represoras del Estado que arrasaron a los que se rebelaron ante la pobreza? ¿Acaso no estamos ante la ley del embudo, donde el código penal debe ser cumplido al pie de la letra sólo por los pobres y los que no tienen influencias en el poder?

¿Por quê tenemos que rendirle pleitesía a una democracia que balea personas rendidas, dinamita cuerpos o descuartiza cadáveres? ¿Cómo, los que dicen defender la paz y el orden pueden ser tan insensibles de clandestinamente, repartir los seccionados cuerpos de presos políticos en diferentes cementerios de la provincia de Lima?

Hace veinte años Alan García Pérez dirigió la matanza de los penales en complicidad con su Consejo de Estado, que era integrado por conocidos "demócratas" como el actual secretario general de la Comunidad Andina de Naciones, Alan Wagner, el congresista Luis Gonzales Posada -el eterno "experto" en relaciones internacionales- o el ex candidato presidencial aprista en el 2000, Abel Salinas, quienes junto a Agustín Mantilla, dieron rienda suelta a su venganza político-ideológica contra los subversivos maoístas.

Para juzgar a García Pérez, la pandilla aprista y a los marinos de gatillo fácil, existen suficientes pruebas, tanto de los resultados de las autopsias, testimonios de los sobrevivientes, agentes de seguridad y de los mismos marinos que participaron en el operativo de exterminio. Pero con un Poder Judicial copado por apristas y fujimontesinistas, la sentencia que debe hacer justicia nunca se concreta ¿Acaso nuestro sistema penal esta motivando inconscientemente un ajusticiamiento popular a lo Ilave contra los culpables, para recién acelerar el proceso? ¿Somos tan ingenuos en esperar una sentencia justa de una institución judicial manipulada partidariamente por los mismos genocidas?

Solidaridad con los familiares que encontraron los restos de sus seres queridos con aquellos que siguen en la lucha de ubicarlos para darle sepultura y en conseguir que se castigue a los asesinos, que cierto es, están en el poder, pero que no se confíen mucho, porque dicen que las almas pueden jalarle los pies. Lima seguirá opaca como si no ocurriera nada, en unos días acabará el mundial de Alemania, sin saber si Francia con Zidane jugarán la final, y en un mes, los asesinos de El Frontón asumirán la Presidencia de la República. Sin embargo, el poder no podrá silenciar ni desmotivar la lucha por la justicia, porque para los genocidas no hay olvido ni perdón.

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